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La Economía China: Presente y Futuro

Actualmente existen muchos focos de incertidumbre económica global, como el Brexit, la evolución de las negociaciones entre US y China, o la evolución de la economía China, que indudablemente estará influenciada por el resultado de dichas negociaciones.

Ambos países suponen el 40% del PIB mundial y son grandes potencias comerciales, motivo por el que el resultado de las negociaciones afectarán al crecimiento global.

Un no acuerdo no beneficiará a nadie, tampoco a US, como ya he comentado recientemente . Lo que no excluye que China pueda verse más perjudicada en el caso de imponerse sanciones, dado que sus exportaciones suponen un porcentaje del PIB superior a lo que suponen las exportaciones estadounidenses hacia China. Motivo por el que las represalias arancelarias chinas siempre serán menores, lo que no excluye que el país no disponga de otras herramientas a su alcance para combatir un potencial incremento de la tensión comercial con US.

Un incremento de la tensión comercial entre ambos países contribuirá a reducir el crecimiento económico mundial, tanto por el menor crecimiento chino, como por el efecto dominó global que tendrá lugar. Ya que China se ha convertido en un hub de cadenas de valor global por el que pasa gran parte del comercio mundial, además de ser el segundo mayor importador mundial de commodities y el mayor importador mundial de petróleo. Motivos por los que un frenazo en la economía china frenará sus importaciones afectando a la economía de la multitud de países que exportan a China.

Indudablemente la tensión comercial es un motivo de preocupación para los chinos, pero no el único, ya que la ralentización de su economía es evidente y una guerra comercial solo sería un factor más que contribuiría a reducir la tasa de crecimiento.

China es consciente de la necesidad de un cambio de modelo productivo, del mismo modo que ocurrió previamente con Japón y Corea del Sur, para escapar de las economías de ingresos medios, que han crecido a través de la copia e imitación de bienes producidos en países desarrollados. Sin embargo, la capacidad de crecimiento basada en este modelo tiene un límite, a partir del cual los países tienen que desarrollar sus propias iniciativas de calidad y diferenciación impulsando la inversión en I+D.

En esta situación se encuentra China. En medio de un proceso de transformación de una economía basada en las exportaciones de  manufacturas low cost, como resultado del reducido coste laboral, a otra economía basada en los servicios y el consumo.

En este sentido, China ya ha reducido la importancia de sus exportaciones en el PIB, que han pasado de suponer, según el National Bureau of Statistics of China (NBS), más del 35% del PIB en 2006 a menos del 19% en 2017. Aunque por el lado negativo cabría indicar que la demanda privada, aunque en términos de dólar se ha incrementado significativamente  dado el crecimiento del PIB, todavía solo supone un escaso  39%     de este, un porcentaje muy inferior al de la media mundial, que se sitúa en el 60%.

Pero quizá, en donde cabe destacar una mayor implicación del país es en el impulso dado al esfuerzo en I+D (inversión en I+D como porcentaje del PIB), que ha pasado del 0,56% del PIB en 1996 al 2,1% en 2016 , dato que es más significativo si consideramos el incremento del PIB chino en las últimas décadas. Sin embargo, el desarrollo tecnológico no depende solo del volumen de inversión, sino de sus resultados, que se pueden valorar en forma de número de patentes y su calidad. Y en este sentido, aunque China haya sobrepasado a US en número de patentes  , su calidad todavía no es comparable.

Volviendo al escenario actual, existen múltiples motivos que contribuyen a explicar la marcha de la economía china. Unos externos, como el ya comentado de la guerra comercial con US, y el menor crecimiento mundial, que reduce la demanda y las exportaciones chinas. Y otros internos, fundamentalmente el volumen elevado de deuda, que se ha estimado en casi el 300% del PIB , con sus efectos colaterales; y también la evolución demográfica con la correspondiente reducción de la población activa.

La deuda ha contribuido a mantener el crecimiento económico del país y crear una red de infraestructuras que ha incrementado la competitividad, pero también ha contribuido a generar burbujas de activos, siendo de destacar la del sector inmobiliario, hecho favorecido por los controles de capitales, que limitan las posibilidades de inversión y diversificación en el exterior de los ciudadanos chinos dirigiendo el ahorro hacia el mercado doméstico.

Pero además de las burbujas, los volúmenes elevados de deuda incrementan el riesgo de crisis financiera y favorecen la aparición de rendimientos marginales decrecientes que contribuyen a incrementar la intensidad de deuda (volumen de deuda necesario para incrementar el PIB un 1%) y reducir la productividad.

Y por otra parte, el envejecimiento de la población y reducción de la población en edad activa contribuye a reducir el PIB potencial (capacidad de producción del país). Motivo por el que China, para compensar la menor fuerza laboral, debe incidir, además de en una mayor inversión en I+D, en incrementar la productividad total de los factores (PTF) y en la inversión en capital.

China está esforzándose en ese sentido, tanto en la inversión en I+D, como lo demuestra el esfuerzo en I+D, como en la robotización, mostrando los datos de la industria robótica correspondientes al año 2017 que China es el principal mercado mundial del sector.

Para el gobierno chino mantener la estabilidad social ha sido fundamental, y a ello ha contribuido de forma importante el incremento de calidad de vida derivado del crecimiento económico, que ha permitido lograr tasas de paro reducidas, del 3,8% en 2018 urbana  , y un incremento importante de los salarios medios, que se han multiplicado casi por 7 en las zonas urbanas entre los años 2000 y 2017, lo que equivale a un incremento medio anual superior al 12%  .

Dada la importancia dada al mantenimiento de la estabilidad social, es presumible que el gobierno chino utilice distinto tipo de herramientas para mantener, aunque sea artificialmente, unas tasas de crecimiento  económico “adecuadas”. Implicando distintos tipos de políticas monetarias y fiscales, como la reducción de tipos de interés y coeficientes de caja bancarios, o el incremento de deuda a través de las empresas públicas (SOE) o entidades locales, con el objeto de mantener el empleo, aunque ello implique incrementar todavía más los ya elevados niveles de deuda.

Se trataría de impulsar la demanda doméstica, anormalmente reducida como consecuencia de distintas políticas llevadas a cabo anteriormente, entre ellas la política del hijo único y un reducido gasto social, que anima más al ahorro que al consumo con el objeto de prever posibles contingencias.

En este sentido, la política del hijo único se ha relajado, y el gobierno podría reducir las inversiones y destinar alternativamente dichos fondos para incrementar el gasto social y la confianza del consumidor, lo que ayudado por los recortes de impuestos estimularía la demanda privada , aunque con el efecto negativo de incrementar el déficit público, que se prevé llegará al 5% en 2019. Al mismo tiempo que debería relajar el sistema hukou de registro de los ciudadanos, que dificulta la movilidad dentro del país impidiendo a los ciudadanos de las zonas rurales beneficiarse del crecimiento experimentado en las áreas orientales del país.

Por tanto, China tiene potencial para desarrollar tasas de crecimiento económico elevadas, pero para ello debe llevar a cabo múltiples cambios. Entre ellos el traslado de los resultados de una I+D de calidad a la economía, al mismo tiempo que se mejora la asignación de recursos e incrementa el grado de robotización, lo que hace pensar que China tiene un margen importante para mejorar su productividad y competitividad.

Para los interesados en el tema que quieran profundizar, indicar que este es un resumen de un post que se puede encontrar aqui.

 

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