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Equilibrio presupuestario e impuestos en la unión europea y España.

Las crisis financieras se acompañan normalmente de mayores déficits públicos como consecuencia de la entrada en funcionamiento del mecanismo de los estabilizadores automáticos implicando mayor gasto público y menores ingresos tributarios como consecuencia de la menor actividad económica.

En Europa, la reciente crisis financiera dio lugar a un incremento considerable del gasto público, que llegó en el año 2009 a suponer más del 50% del PIB en el área Euro (EA19) y en la Unión Europea (UE28), dando lugar a déficit públicos del orden del 6,5% del PIB en dicho año.

A partir de 2009, se produjo una reducción progresiva del gasto público hasta el año 2016, en el que este supuso el 47,7% del PIB en el AE19 y 46,6% en la UE28, al mismo tiempo que los ingresos se incrementaban ligeramente, lo que permitió reducir los déficits públicos hasta el -1,5% (EA19) y -1,7% (UE28) en el año 2016 (figura siguiente). 

Cabe destacar sin embargo, que el gasto público sigue suponiendo cerca de la mitad del PIB, y que a pesar de la reducción de gasto e incremento de ingresos persiste el déficit presupuestario.

Figura.- Evolución de los ingresos y gastos públicos, así como el déficit público entre los años 2006 y 2016. Datos EUROSTAT

 


Lógicamente, sobre el déficit público influye la evolución de ingresos y gastos. En lo que respecta a los primeros, su variación puede ser explicada por variación del PIB, ya que los ingresos se definen como porcentaje del PIB, pero también por modificaciones en la regulación impositiva (bases, tipos y exenciones) y por la actividad económica (niveles de empleo y producción de bienes y servicios). 

Sin embargo, esta es una visión global de la UE28 y AE19, y no refleja la heterogeneidad y la situación de cada uno de los países miembros. Diversidad que apreciamos en la gráfica siguiente, en la que podemos observar los ingresos y gastos fiscales por países así como el nivel de déficit público de cada uno de ellos.

Figura.- Ingresos y gasto fiscal de los distintos países de la UE-28 como porcentaje del PIB. L os países se muestran ordenados en orden descendente por sus ingresos fiscales como porcentaje de PIB, datos de Suiza correspondientes a 2015. Ingresos y gastos (escala izquierda), déficit presupuestario (escala derecha), datos correspondientes al año 2016, fuente EUROSTAT

Los países con mayores ingresos han sido en 2016, Finlandia (54,2%) y Francia (52,8%), siendo la media de la UE-28 de 44,9%, y los de España del 37,9%, un 15,6% inferiores a la media de la UE-28, ocupando la posición 23 del ranking de la UE-28 en cuanto a ingresos como porcentaje del PIB, lo que en principio parece que corroboraría la idea de que la recaudación en España es escasa y podría y debería incrementarse. 

Los países con mayor gasto fiscal han sido en el año 2016 Francia y Finlandia con un gasto superior al 56% del PIB, encontrándose en el otro extremo Irlanda con un 28%, siendo la media de la UE-28 del 46,6% y el gasto español de 42,4%, un 9% inferior a la media de la UE28. 

La diferencia entre los ingresos y gastos fiscales dan lugar al saldo presupuestario, que ha resultado negativo en 16 de los 28 países de la UE, situándose la media de déficit en -1,7%, siendo  España el país con mayor déficit presupuestario (-4,5%).

El tema de este post se centra fundamentalmente en los ingresos, y de hecho, puede contrastar que España sea el país con el quinto mayor PIB (1,2 bill euros en 2015 en paridad de poder adquisitivo-PPA) y quinta mayor población, además del quinto mayor por volumen de ingresos procedentes de impuestos y contribuciones sociales; y al mismo tiempo se sitúe en decimotercera posición de la UE-28 en cuanto a presión fiscal, lo que podría reafirmar la reducida carga impositiva sufrida por los españoles.

Sin embargo, el análisis de los ingresos públicos puede ser interpretado de distintas formas, ya que si bien España ocupa la posición 23 dentro de la UE-28 en cuanto a los ingresos como porcentaje del PIB, ocupa la posición 16 en cuanto a ingresos públicos per capita en paridad de poder adquisitivo (PPA), mejorándose por tanto sensiblemente su posición en el ranking de recaudación tributaria.

Indudablemente los ingresos públicos per capita en España siguen encontrándose lejos del de otros países de la UE-28. Sin embargo, en la figura siguiente se puede apreciar que existe una fuerte correlación (0,92) entre el PIB per capita en PPA y los ingresos públicos per capita.

Figura.- Estudio de correlación del PIB per capita en paridad de poder adquisitivo (PPA) y los ingresos públicos per capita en PPA. Datos del año 2016 de PIB per capita de EUROSTAT definidos como el PIB per capita de cada país en relación al valor medio de PIB per cápita de la UE-28; y datos de ingresos públicos per capita en PPA obtenidos a partir del dato anterior y los ingresos públicos como porcentaje del PIB  de EUROSTAT.

 

Por tanto, una conclusión fácilmente deducible de estos datos es que los ingresos fiscales aumentan con el PIB per cápita, por lo que la pregunta a plantearse es por qué el PIB per cápita español es el  catorceavo de la UE-28 en PPA.

Parece por tanto, que el problema de recaudación es de crecimiento, ya que una mayor producción incrementaría el PIB per cápita. Siendo por tanto la pregunta a plantearse cuál debería ser la estrategia adecuada para incrementar el PIB y con él  los ingresos tributarios, tema ya apuntado recientemente en otro post.

La reducida carga fiscal en España no se sostiene tampoco si analizamos el esfuerzo fiscal medido por el índice de Frank, que relaciona la carga tributaria con el PIB per capita (figura siguiente).

Figura.- Ratio de carga tributaria por habitante, total y sobre IVA, contribuciones sociales e ingresos individuales y de hogares respecto al PIB per cápita en PPA. Elaboración propia a partir de datos de EUROSTAT de población y estadisticas de carga impositiva correspondientes al año 2015.

Bajo este ratio, podemos apreciar como el ciudadano español se sitúa en la posición treceava del ranking de la UE-28 en esfuerzo fiscal, bastante razonable si el PIB per cápita español es el catorceavo de la UE-28. Y si se analiza por tipo de impuesto, España se sitúa en posición 19 en cuanto al IVA, en posición 13 con respecto a la carga impositiva sobre ingresos y en posición 11 en cuanto a las contribuciones sociales netas con respecto al PIB per cápita.

Por tanto, en términos generales, la carga tributaria per cápita en España parece bastante razonable en función de su PIB per cápita. Este cuadro de la situación no excluye que la distribución de los ingresos tributarios no pueda mejorarse a través de una modificación de su estructura impositiva, ya que por ejemplo, el tipo implícito sobre el consumo en España es el menor de la UE-28; y es el décimo país en que “otros costes laborales”, que son fundamentalmente cargas sociales, suponen un mayor porcentaje de los costes laborales totales


RESUMEN Y CONCLUSIONES

La crisis financiera ha golpeado a la UE-28 y sus miembros de forma importante, reflejándose en los ingresos y gastos públicos así como en el déficit presupuestario, que se ha ido reduciendo progresivamente desde los máximos observados en 2009.

España ha sufrido de forma importante estos problemas, lo que se ha traducido en liderar el ranking de países con mayor déficit presupuestario de la UE-28, habiéndose atribuido frecuentemente el problema a un déficit de ingresos, ya que la presión fiscal es de las más bajas de la UE-28.

Sin embargo, podemos apreciar que la recaudación per cápita en España es la decimosexta mayor de la UE-28, y el PIB per cápita es el decimocuarto de la UE-28, por lo que los ingresos tributarios per cápita parecen bastante razonables.

Esta afirmación se corrobora al analizar el esfuerzo fiscal que sufren los españoles, que se encuentra en un rango razonable con respecto al PIB per cápita, ya que España se sitúa en el puesto decimotercero de esfuerzo fiscal.

Podemos concluir por tanto, que el incremento de los ingresos fiscales debería enfocarse hacia una política económica que fomentase el crecimiento sin perjuicio de producirse un cambio en la estructura impositiva del país, que alterando lo menos posible la actividad económica, permitiese un incremento de ingresos, como por ejemplo tal como se ha propuesto a través de una devaluación fiscal y reduciendo el paro estructural.

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