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La economía ES energía

El crecimiento económico acumulado y el consumo de energía mantienen una relación constante a lo largo del tiempo. Ello tiene importantes repercusiones que no podemos ignorar.

1. Introducción


La segunda ley de la termodinámica lo rige todo, desde el destino del Universo al más insignificante hecho de nuestras vidas. Como se ha dicho: "La segunda ley ocurre a nuestro alrededor todo el tiempo, existiendo como la idea general más grande y poderosa en toda la ciencia". Tiene tantas implicaciones que una vida dedicada a estudiarlas no basta. No emana de la física teórica, sino que fue deducida del estudio de la calorimetría de las máquinas a mediados del siglo XIX por Rudolf Clausius a partir de los trabajos de Sadi Carnot.

La segunda ley puede ser enunciada de muchas maneras. Carnot dedujo que a partir de una diferencia de temperatura se podía obtener trabajo útil. Clausius estableció que la transferencia neta de calor (energía) solo ocurre espontáneamente de un cuerpo más caliente a uno más frío. El calor generado por fricción es irreversible y de él nunca se puede obtener trabajo, por lo que conduce a un cambio de estado. Clausius definió dicho cambio de estado como entropía, que viene del griego "transformación", para indicar el cambio en una cantidad de la que depende el estado del sistema. La entropía está relacionada con la energía, y mide el grado de desorden, aleatoriedad o incertidumbre. Una reacción química que desprende energía e incrementa el número de moléculas resultantes (mayor grado de desorden) siempre será espontánea, mientras que una que reduzca el número de moléculas y absorba energía no lo será nunca. La segunda ley puede entonces enunciarse como que la entropía de un sistema aislado siempre se incrementará con el tiempo. Los resultados con muchos estados posibles (alta entropía) siempre suceden con preferencia a los que tienen pocos estados posibles (baja entropía). Al lanzar las piezas de un puzzle al aire nunca caerán formando el puzzle. Por mucho que limpiemos y ordenemos, la casa siempre termina sucia y desordenada. La unidireccionalidad del tiempo y la entropía definen el Universo.

Un cierto conocimiento de termodinámica y de flujos de energía permite entender en parte desde el funcionamiento de los sistemas biológicos hasta el clima. La segunda ley permite un cierto conocimiento del futuro porque nos dice la evolución más probable en respuesta a ciertos cambios. El hombre de Neanderthal era físicamente mucho más robusto que el Homo sapiens, y un gran cazador de presas grandes en las que se había especializado. La primera gran confrontación hace unos 100.000 años entre ambos, al final del pasado interglacial en Oriente Próximo, se saldó en tablas y el Homo sapiens se expandió hacia el Extremo Oriente, aniquilando al Homo erectus. El Homo sapiens era más ligero y requería menos energía, y más avanzado culturalmente, por lo que adquiría dicha energía con mayor eficiencia de presas pequeñas, aves y peces. Cuando la gran glaciación mermó a los neandertales, reduciendo su número, el Homo sapiens no tuvo problema para arrollarlos entre el 50.000 y el 35.000 antes del presente. Para una misma disponibilidad de energía en el ecosistema, el Homo sapiens obtenía más, que convertía en mayor número. La única duda es si también convirtió a los neandertales en fuente de energía, como sucede actualmente con los gorilas y chimpancés.

Mi conocimiento de la relevancia de los flujos de energía en la biología proviene de mis estudios de biofísica y termodinámica en la facultad. Mi interés por la economía comienza en 2009 al entender la importancia capital que tiene y lo disfuncional que se ha vuelto. Tras varios años de estudio en 2014 llego a la conclusión de que la economía es una manifestación del excedente de energía, y que dicho excedente se haya en serio peligro. Es entonces cuando doy inicio a este blog sobre los riesgos que acechan a nuestra sociedad. El cambio climático iba a ser uno de dichos riesgos (como indiqué en la primera entrada del blog), pero al analizar los datos no tuve más remedio que admitir que no hay evidencia de que el calentamiento sea fundamentalmente culpa de nuestras emisiones, o de que constituya una crisis importante. Las crisis reales que estamos padeciendo, pandemia, crisis energética, guerra en Europa desatada por una potencia nuclear, revelan la desnudez de la crisis climática, pese a los aspavientos.

Como suele suceder, pronto descubrí que otros habían llegado a las mismas conclusiones que yo y tenían más conocimientos de la relación entre energía y economía. Como Nate Hagens, experto en finanzas, doctor en recursos naturales, vicepresidente en Salomon Brothers y Lehman Brothers y reconvertido en director ejecutivo del Institute for the Study of Energy and Our Future. En este enlace de Youtube hay una recomendable charla que dio en 2018 de 1h 20m en inglés.

Al intentar transmitir a los demás que la economía es energía me encuentro con el problema de que la mayoría no puede seguirme. La gente no comparte mis experiencias. En España el conocimiento de la economía por el gran público es rudimentario. Es una de las razones de escribir en Rankia, donde el nivel es más alto. La experiencia de la mayoría es que la economía tiene que ver con el dinero (que es un simple medio de intercambio), e incluso la mayoría de los economistas no saben de termodinámica y valoran un euro de petróleo lo mismo que un euro de cobre. Ellos tampoco entienden que la economía es energía.

Por ello pienso que es interesante traer al blog un artículo científico publicado en 2020 en la revista PLOS One (Public Library of Science), titulado:

"La producción económica mundial del pasado limita la demanda energética actual: Escalamiento persistente con implicaciones para el crecimiento económico y la mitigación del cambio climático"

Cuyos autores son T.J. Garrett, M. Grasselli y S. Keen. Dicho artículo conduce a conclusiones muy interesantes. Lo que sigue son extractos editados (y a veces comentados) sin las casi 40 fórmulas matemáticas que echan para atrás a mucha gente (he dejado una sencilla). Quien lo prefiera puede leerse el artículo original y pasar a mis comentarios al final.

El abstract contiene parte de la esencia del artículo:

Basándonos en principios termodinámicos, y utilizando 38 años de estadísticas disponibles entre 1980 y 2017, encontramos una escala constante entre las tasas actuales de consumo mundial de energía primaria y la integral temporal histórica de la producción económica mundial pasada, ajustada a la inflación. En cada año, a lo largo de un periodo en el que tanto el valor económico acumulado como el consumo de energía primaria se duplicaron con creces, la relación entre ambos permaneció casi invariable. Lo que esta casi constante implica es que las tendencias actuales de crecimiento del consumo de energía, la población y el nivel de vida, tal vez de forma paradójica, están determinadas por las innovaciones del pasado que han mejorado la eficiencia de la producción económica o han permitido utilizar menos energía para transformar las materias primas en la composición de la civilización. Las actuales tasas de crecimiento observadas coinciden con las predicciones derivadas de los datos históricos disponibles.

2. Panorama termodinámico del crecimiento de la civilización


Al igual que otros sistemas biológicos, la economía humana interactúa con su entorno mediante flujos de energía y materia. Colectivamente, utilizamos los recursos energéticos primarios para alimentar la civilización y convertir las materias primas en la composición material de la infraestructura de la civilización, y a su vez para impulsar el crecimiento del consumo de energía. Las circulaciones de nuestras vidas incluyen el intercambio material de ida y vuelta de personas, bienes e información a lo largo de las redes de transporte y comunicación, y nuestros sistemas cardiovascular, pulmonar y nervioso. Éstos requieren una fuente de energía, y cualquier impulso de energía que pase por estas redes se disipa finalmente a través de pérdidas por fricción como calor residual. Al mismo tiempo, nuestras infraestructuras, nuestros cuerpos e incluso nuestros recuerdos se deterioran. Sin una extracción continua de energía primaria y recursos de materia prima para reconstruirse continuamente, se desmoronan inevitablemente.

Así, aunque la humanidad en su conjunto parece infinitamente compleja en su gama de actividades, lo que todos los fenómenos sociales tienen en común es su necesidad de energía. Sin embargo, la suma total de su consumo de energía está limitada por el total mundial, o por la tasa de consumo de energía primaria ε. Al consumir energía primaria, por ejemplo a través de la combustión, la civilización se estira hasta un potencial G, superior a su estado de equilibrio con el medio ambiente caracterizado por G = 0. Esta energía potencial G se convierte en circulaciones de la civilización realizando un trabajo reversible para mover los elementos de la civilización y, a través de las pérdidas por fricción, el trabajo se convierte en calor residual que se irradia al espacio.

Nota: ε es la tasa de consumo de energía por la humanidad y sus actividades. G es la energía potencial por encima del nivel de subsistencia metabólica que permite a la civilización realizar trabajo (actividades). ε es actualmente 20 TW (10^12 Julios por segundo), que obviamente es el calor producido por la humanidad, que es despreciable frente a los 173.000 TW que la Tierra recibe del sol. El valor de G es equivalente a la energía contenida en 270 millones de barriles de petróleo al día.

Las estadísticas disponibles sugieren que la civilización ha estado consumiendo energía casi tan rápido como la ha producido. Desde 1980, la relación media entre la producción y el consumo mundial ha sido de 0,998.

Desde un punto de vista puramente matemático, llegar a nuestro estado actual ha supuesto acumular sucesivos incrementos de potencial G a lo largo de la historia de la civilización. ϵ [no confundir con ε] puede verse como la eficiencia de convertir el consumo de energía primaria en el trabajo irreversible que permite el crecimiento. El trabajo irreversible se realiza para hacer crecer el potencial de la civilización G.

Para una visión más intuitiva, consideremos a un niño como un sistema complejo más familiar. Un niño con un potencial G tiene unas necesidades metabólicas de cuasi-equilibrio de unos 50 vatios, o unos 500 kJ al día por kg. Toda la energía alimentaria que el niño consume se utiliza para realizar un trabajo reversible para mantener la rápida circulación interna neurológica, respiratoria, cardiovascular y nerviosa y para reconstituir los nutrientes de los alimentos en su composición material. Si la energía de las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas de los alimentos accesibles es apenas suficiente para compensar la descomposición y mantener al niño con vida, entonces el niño está en estado estacionario y G y ε no cambian. Sin embargo, un niño sano realiza un trabajo neto irreversible para convertir una pequeña parte de la energía de los alimentos en acumulación de materia corporal mediante un factor de conversión de unos 30 MJ kg-1. Con el tiempo, el niño se convierte en un adulto robusto con mayores demandas energéticas diarias y la tasa de crecimiento (con suerte) se estabiliza. Pero incluso entonces, el aumento de peso tiende a persistir, lo que se traduce en un valor típico de trabajo irreversible/reversible de alrededor del 0,2%. Aunque parezca minúsculo, supone un aumento de masa de 10 kg, o 300 MJ de energía, a lo largo de los 50 años de una vida adulta típica.

La mayor parte de la energía que consume la civilización se utiliza para realizar trabajo reversible a la tasa para mantener las circulaciones a lo largo de las redes de civilización. El excedente se utiliza para realizar un trabajo irreversible al ritmo de la conversión de las materias primas en la materia prima de la humanidad y la ampliación de los nodos de la red existente. Estos forman el tejido de la sociedad, incluidas las carreteras, las redes de telecomunicaciones e incluso las vías neuronales que encapsulan los recuerdos en nuestros cerebros. Crecemos más rápido si la eficiencia es alta. Y a través de la expansión de la interfaz física al ritmo de las reservas de energía y materia, la civilización crece, conduciendo recursivamente a una mayor expansión y un mayor consumo.

3. Termodinámica del valor económico global


¿Pueden vincularse estos conceptos estrictamente termodinámicos a la economía expresable en términos financieros? Supongamos por el momento que sí, y que existe una hipotética cantidad global expresable en unidades de moneda real (o "artilugios") W que expresa el tamaño de la civilización y que se supone proporcional al consumo de energía y al potencial de la civilización mediante un factor de escala constante λ:

ε = λW

Nota: W denota el valor material acumulado de la civilización. Las máquinas, vehículos, minas, fábricas, granjas, infraestructura, empresas, etc, que tienen valor actualmente. W es la producción económica mundial Y (o producto interior bruto PIB) ajustada por la inflación y acumulada en el tiempo. Es decir la integral bajo la curva de la producción económica mundial (Fig. 1).

Ello implica que existe una relación constante entre la producción económica actual Y, ajustada a la inflación, y el aumento de la demanda de consumo energético mundial ε.

Se estima que la producción mundial acumulada en el año 1 dC era de 250 billones de dólares de 2010, cifra que se obtiene para que haya coherencia para ese periodo entre las tasas de crecimiento de W y las de la población, de aproximadamente un 6% por siglo. Esta reconstrucción es aproximadamente el 7,3% del valor obtenido para 2017, lo que sugiere que el mundo antiguo ya había desarrollado una riqueza no despreciable en sus imperios de Occidente, Oriente Medio y Oriente. El valor de W acumulado en el período comprendido entre el 1 y el 1000 de nuestra era es apenas el 4,6% del valor del año 2017. No es hasta el último siglo cuando W crece de forma apreciable (Fig. 1). La producción mundial acumulada entre 1980 y 2017 comprende un notable 60% del total históricamente acumulado.

Fig. 1. Evolución de la producción económica mundial Y en billones de dólares de 2010 por año (línea sólida) y la contribución integrada a la producción mundial acumulada W en billones de dólares de 2010 proporcional al área sombreada bajo la curva. El periodo entre 1980 y 2017 que se utiliza para la comparación con el consumo mundial de energía primaria descrito en el texto está delimitado por la línea discontinua y se muestra con la flecha gris.
Fig. 1. Evolución de la producción económica mundial Y en billones de dólares de 2010 por año (línea sólida) y la contribución integrada a la producción mundial acumulada W en billones de dólares de 2010 proporcional al área sombreada bajo la curva. El periodo entre 1980 y 2017 que se utiliza para la comparación con el consumo mundial de energía primaria descrito en el texto está delimitado por la línea discontinua y se muestra con la flecha gris.


La evolución relativa desde 1980 de ε, Y, W, y sus relaciones se muestran en la Fig. 2. El valor medio de λ es de 5,9 GW por billón de dólares de 2010, con una desviación estándar de 0,1 (2%). La variación temporal de λ es lo suficientemente pequeña e insensible a las suposiciones que parece útil como factor de escala que relaciona una cantidad económica W con una medida física ε.

Fig. 2. Evolución relativa desde 1980 del PIB real mundial Y, del potencial económico W, del consumo de energía primaria ε, la relación entre ambos λ y la intensidad energética de la producción ε/Y.
Fig. 2. Evolución relativa desde 1980 del PIB real mundial Y, del potencial económico W, del consumo de energía primaria ε, la relación entre ambos λ y la intensidad energética de la producción ε/Y.



4. Implicaciones para el crecimiento económico


La adopción de una relación casi fija entre W y ε (λ casi constante) ofrece una base comprobable para explorar las limitaciones termodinámicas del crecimiento económico. ϵ es la eficiencia energética de la producción económica (Y/ε), o lo que es lo mismo el inverso de la intensidad energética (Fig. 2), y se deduce que a mayor productividad de la energía más aumenta la demanda de energía. Este resultado puede parecer paradójico, pero se basa únicamente en el resultado empírico de que λ es una constante. No debe confundirse con la paradoja de Jevons, que también sostiene que el aumento de la eficiencia conduce al crecimiento del consumo, pero se plantea en el contexto de los modelos económicos tradicionales para sectores económicos o naciones específicas y suele ser refutado.

Nota: En mi opinión si tiene algo que ver con la paradoja de Jevons, excepto que en un sentido más amplio. El aumento de la eficiencia energética conlleva un mayor trabajo irreversible empleado en aumentar el tamaño de la civilización (medido por W), por lo que aumenta su demanda de energía, en esencia el consumo global.

La productividad energética está relacionada con la eficiencia de realizar un trabajo irreversible que amplía aún más la capacidad de consumo. La implicación es que la civilización es un fenómeno emergente que creció espontáneamente hasta su actual alto estado de producción a través de un excedente de energía.

Destacan especialmente las décadas posteriores a 1950, conocidas como la "gran aceleración", en las que la relativa facilidad de acceso al petróleo dio lugar a rápidas innovaciones. Para caracterizar esta aceleración del crecimiento, se puede considerar que tiene su propia tasa de crecimiento exponencial que  denominamos "tasa de innovación". Cuando las condiciones favorecen un aumento de la productividad energética ε (o de la eficiencia termodinámica ϵ), por ejemplo debido a los descubrimientos de reservas energéticas, entonces el crecimiento de la civilización es superexponencial. A nivel mundial, al reducir la energía requerida para la fabricación de bienes valiosos, la civilización se lanza a través de la innovación a un mayor crecimiento del PIB y a la aceleración de las tasas de consumo de energía.

5 Implicaciones para las emisiones y concentraciones de dióxido de carbono


Las emisiones actuales de dióxido de carbono pueden relacionarse con la producción económica acumulada en el pasado. Ya sean las emisiones de CO2, la población o el nivel de vida, es el desequilibrio fraccionario entre el consumo de energía y su disipación lo que impulsa el crecimiento. Un superávit de energía permite realizar un trabajo irreversible para fabricar más de todo, incluidas las personas, y acelerarlo todo. Además, los niveles actuales de eficiencia surgieron de una acumulación de innovaciones anteriores, por lo que se podría llegar a la conclusión de que son las mejoras actuales y pasadas en la eficiencia de la producción las que han impulsado el crecimiento actual de las emisiones, la población y el nivel de vida. Las tasas de crecimiento de la población y de las emisiones tienen inercia porque el mundo tiene memoria de sus innovaciones pasadas.

la estabilización de las emisiones de dióxido de carbono requerirá que la economía se descarbonice a una tasa que sea tan rápida como la tasa de crecimiento del consumo de energía. En el periodo 2010-2017, observamos que dicho crecimiento es de aproximadamente el 2,4% anual. Para hacerse una idea de lo que esto implica, consideremos que el 2,4% de la tasa actual de consumo energético, 20 TW, corresponde a 480 GW. Es decir, para que el consumo de energía siga creciendo a este ritmo sin que aumenten las emisiones de dióxido de carbono sería necesario poner en línea cada día más de 1 GW de nueva capacidad de energía nuclear o renovable, el tamaño aproximado de una gran central eléctrica.

Además, la estabilización de las emisiones no conduce a la estabilización de las concentraciones atmosféricas de CO2, no hasta que haya un equilibrio con la captación natural por parte de la tierra y los océanos.

A pesar del reciente aumento de las energías renovables, la correspondencia entre las emisiones de CO2 y la producción global acumulada W, se ha mantenido efectivamente sin cambios en las últimas cuatro décadas.

La Fig. 3 muestra la relación entre la producción mundial acumulada W y las concentraciones de CO2, tanto para los últimos 2000 años como para el futuro, suponiendo que no haya descarbonización en el futuro y que el consumo de energía persista en su actual tendencia de crecimiento del 2,4% anual, una estimación quizás conservadora dado que implica una tasa equivalente de crecimiento del PIB mundial. Es decir, los círculos abiertos para cada fecha futura corresponden a los valores de no equilibrio para las concentraciones de CO2 suponiendo que W crece a tasa constante. Además, para cada valor de W se proporciona el conjunto de soluciones para la concentración de CO2 a la que se estabilizan las emisiones con los sumideros terrestres y oceánicos, es decir, la concentración de equilibrio a la que se compromete la civilización incluso para el caso matemáticamente extremo de que W se mantuviera constante (es decir, no sólo un crecimiento nulo del PIB, sino efectivamente una producción ajustada a la inflación nula).

Fig. 3. Reconstrucciones históricas de la producción mundial acumulada W y de las concentraciones atmosféricas de CO2 con proyecciones asumiendo tasa de descarbonización 0 y tasa de crecimiento energético 2,4% anual (círculos blancos) y las correspondientes concentraciones de estabilización del CO2 (círculos negros).
Fig. 3. Reconstrucciones históricas de la producción mundial acumulada W y de las concentraciones atmosféricas de CO2 con proyecciones asumiendo tasa de descarbonización 0 y tasa de crecimiento energético 2,4% anual (círculos blancos) y las correspondientes concentraciones de estabilización del CO2 (círculos negros).


La concentración de CO2 de equilibrio se aproxima asintóticamente con la escala de tiempo, de modo que la diferencia se reduce a la mitad en unos 30 años. Por ejemplo, la Fig. 3 muestra que para estabilizar las concentraciones en un valor nominal de 350 ppm sería necesario que la actual producción mundial acumulada se redujera en dos tercios, hasta un valor no visto desde 1960.

Probablemente sea seguro asumir que la civilización no estará dispuesta a realizar una poda tan drástica. De cara al futuro, la figura 3 muestra que, sin una rápida descarbonización, ya nos hemos comprometido a alcanzar concentraciones de CO2 superiores a 500 ppmv, muy por encima del umbral de 450 ppmv que se ha considerado "peligroso". Con las tasas de crecimiento actuales, el compromiso es duplicar los niveles preindustriales para 2030, y llegar a niveles cercanos a las 650 ppmv para 2040.

6. Conclusiones


Este artículo identifica una relación persistente entre el consumo energético mundial y la producción económica acumulada. Implica que una descripción sorprendentemente simple del sistema humano es suficiente para explicar las tendencias globales del pasado y hacer proyecciones sólidas de la economía mundial agregada y sus productos de desecho. La humanidad crece cuando dispone de más energía de la que requiere para sus necesidades diarias. Entonces se puede trabajar no sólo para el sustento sino para la expansión. Dado que las demandas actuales de sustento surgen del crecimiento pasado, la inercia desempeña un papel mucho más importante en la determinación de las futuras trayectorias sociales y climáticas de lo que se ha reconocido generalmente, sobre todo en los modelos sin restricciones físicas que se utilizan ampliamente para vincular la economía al clima.

Con el tiempo, por supuesto, las redes entrelazadas de la civilización se desenredarán y las emisiones disminuirán, ya sea por el agotamiento de los recursos, la decadencia forzada por el medio ambiente o -como se ha demostrado recientemente- las pandemias. Pero los recortes tendrán que ser profundos, continuos y acumulativos para superar el tremendo crecimiento acumulado que hemos mantenido hasta ahora.

El aumento de la eficiencia energética desempeña un papel fundamental a la hora de permitir el aumento de la población y de la prosperidad y, a su vez, el crecimiento de la demanda energética y de las emisiones de dióxido de carbono, en contra de lo que sería razonable suponer si la civilización no creciera.

Todas las relaciones identificadas se derivan matemáticamente de la identidad falsable ε = λW, donde W es la integral de Y en el tiempo. Lo que importa desde el punto de vista del cálculo de tendencias es que la relación es una constante dentro de la incertidumbre observacional.

7. Mis comentarios


Puede que os haya resultado difícil seguir el artículo, a pesar o debido a mi simplificación del mismo. En mi opinión es un artículo muy importante. Su principal hallazgo es que el valor económico global agregado W y el consumo de energía primaria global ε mantienen una relación constante a lo largo del tiempo. Hasta el punto de que utilizando datos económicos pasados se puede proyectar la tasa de consumo de energía actual. Es lo que expresa la ecuación ε = λW donde λ es la constante calculada a partir de los datos estadísticos. Esto tiene importantes repercusiones, algunas de las cuales no han sido desarrolladas por los autores.

El artículo refleja muy bien lo que yo he entendido desde hace unos años al estudiar la interrelación de la economía, la energía, la demografía y la deuda, pilares de este blog. Y enlaza de manera admirable con las conclusiones de "El colapso de las sociedades complejas" de Joseph Tainter que he comentado en varias ocasiones.

La civilización es un fenómeno emergente que creció espontáneamente hasta su actual alto estado de producción a través de un excedente de energía.

La importancia de esta frase del artículo no puede exagerarse. Es puro determinismo termodinámico. Dada una especie lo suficientemente inteligente para obtener y utilizar un excedente de energía y dado un excedente de energía suficientemente prolongado en el tiempo, la civilización es inevitable. Todos esas personas del pasado cuyos nombres aprendemos en Historia son contingentes. El progreso de los últimos tres siglos es consecuencia de los combustibles fósiles. El progreso acelerado de los últimos 70 años es consecuencia del uso exponencial del petróleo, al igual que lo son las emisiones de CO2. Incluso el conocimiento acumulado es un subproducto del excedente energético.

Y como bien dice Tainter, cuando el excedente energético se vuelve insuficiente las civilizaciones colapsan. Ni siquiera tiene que volverse cero, no digamos negativo. Algo en lo que los autores del artículo no pueden o no quieren entrar, salvo en una breve mención que dejo para el final.

Podemos ignorar la parte del artículo sobre el dióxido de carbono. Es razonable suponer que el CO2 antrópico ha contribuido al moderado y en general positivo calentamiento que experimenta el planeta, pero no hay evidencia de la magnitud de dicha contribución, y no es razonable suponer que los factores naturales no hayan tenido nada que ver cuando sabemos que el clima ha cambiado muchas veces de forma natural en el pasado. Termodinámicamente el calentamiento y el aumento de CO2, junto con el ligero incremento del ciclo del agua que inducen, han dado como resultado un mayor flujo de energía en los ecosistemas, que resulta en un reverdecimiento del planeta claramente apreciable por los satélites en los cambios de reflectancia en la longitud de onda de las clorofilas (ver Zhou et al. 2016; Fig. 4).

Fig. 4. Los datos muestran un aumento persistente y generalizado del índice de área foliar (reverdecimiento) en más del 25 al 50 % del área vegetada global, mientras que menos del 4% del mundo muestra una disminución del índice (amarronamiento). Las simulaciones factoriales con múltiples modelos de ecosistemas globales sugieren que los efectos de la fertilización con CO2 explican el 70 % de la tendencia de reverdecimiento observada, y el cambio climático el 8 %. Fuente: Zhou et al. 2016. Nature Climate Change.
Fig. 4. Los datos muestran un aumento persistente y generalizado del índice de área foliar (reverdecimiento) en más del 25 al 50 % del área vegetada global, mientras que menos del 4% del mundo muestra una disminución del índice (amarronamiento). Las simulaciones factoriales con múltiples modelos de ecosistemas globales sugieren que los efectos de la fertilización con CO2 explican el 70 % de la tendencia de reverdecimiento observada, y el cambio climático el 8 %. Fuente: Zhou et al. 2016. Nature Climate Change.


Dicho incremento en el flujo de energía a través de los ecosistemas beneficia a la mayoría de las especies. Si en vez de andar preocupados por el clima nos ocupáramos más del medio ambiente, incrementando los espacios protegidos y protegiendo la biodiversidad, el incremento de CO2 y el calentamiento serían nuestros aliados. Pero es más fácil publicar un artículo y tener mayor impacto si se le hacen genuflexiones a la religión científica de nuestro tiempo. Aún así es correcto el análisis de los autores de que ni hay descarbonización ni la va a haber. Llevan con esta historia desde finales de los 80 (el Protocolo de Kioto es de 1997), y las emisiones y niveles atmosféricos de CO2 creciendo como si nada. La última panzada a reír el estudio de Volvo que muestra que producir un coche eléctrico genera un 70% más de CO2 que uno de gasolina, y hace falta llegar hasta el fin de su vida útil (200.000 km nada menos) para que reduzcan el CO2. Es todo un engaño gigantesco.

En definitiva el artículo nos dice que la economía ES energía, y no solo nos habla del pasado, sino que nos permite saber algo del futuro. La segunda ley de la termodinámica y la ley de rendimientos decrecientes son ineludibles. Llegamos al decrecimiento energético. Una de las consecuencias es que Rusia ha invadido Ucrania, porque Rusia lo sabe. Sabe (lo han dicho en lo que a ellos respecta) que la producción mundial de petróleo no va a aumentar por encima de lo que se produjo a finales de 2018 y ellos (junto con la Comunidad de Estados Independientes) tienen una parte importante del que queda, y son aliados de Irán que también tiene una parte importante.

La transición energética ni está ni se la espera. Cada una de las alternativas a los combustibles fósiles falla en algún aspecto. Demasiado costosa, intermitente, choca pronto con otros límites, no se puede escalar hasta lo que se necesita, no se puede almacenar. Añadir otras energías es necesario pero no suficiente.

Las ecuaciones del artículo basadas en el análisis termodinámico no admiten soluciones monetarias o fiscales. Dará igual quien nos gobierne (aunque un mal gobierno siempre empeore las cosas). Lo que hagan el Banco Central Europeo o la Fed no puede evitar lo que va a pasar. El decrecimiento energético que de una manera o de otra va a tener lugar conduce ineludiblemente a menos economía y menos civilización. Asegurar en la medida de lo posible el futuro energético a medio y largo plazo debería ser la prioridad fundamental de cualquier gobierno. El deterioro gratuito de las relaciones con Argelia es en mi opinión el peor error que ha cometido un gobernante de este país desde que se instauró la democracia. Mejor nos iría si para ser presidente de este país se exigieran conocimientos de termodinámica.

El aspecto positivo del artículo está en la frase:

Los recortes tendrán que ser profundos, continuos y acumulativos para superar el tremendo crecimiento acumulado que hemos mantenido hasta ahora.

Harán falta muchas crisis y mucho tiempo para perder buena parte de lo conseguido y no viviremos tanto. Roma no cayó en un día. Si sabemos ver el vaso medio lleno y cooperar en nuestro esfuerzo nos adaptaremos a lo que venga. Los que lo van a pasar realmente mal son los pobres desgraciados a los que les toque la próxima glaciación, y para ello faltan más de mil años.
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  1. #21
    09/06/23 01:58
    Tampoco logro transmitir el papel fundamental que tiene la energía en el desarrollo de las economías y mucho menos, que las múltiples crisis multiplicándose por doquier tienen como causa subyacente la insuficiencia -directa o indirecta- de dicha energía.

    Como siempre un verdadero placer leer tus escritos.