Después de haber exhortado a la zona euro y creado el impulso hacia la fijación de sus problemas de déficit estructural, hablar del mantenimiento de la EFSF al lado de su sucesor, el ESM, parece haber sido suficiente muestra de buenas intencionespor parte de los miembros de la unión. Ya para el Canciller del Reino Unido se considera público su próximo paso, abriendo la cartera del Reino Unido para realizar un préstamo de 10bln de EUR con el FMI.
Sin embargo, hay cuatro condiciones impuestas a su generosidad y dos muros nada despreciables que habrá que superar antes de cualquier compromiso. Las disposiciones son: que no habrá condiciones adjuntas a cualquier préstamo del FMI (no es exactamente inusual, pero es aún vago), que el Reino Unido no contribuirá de manera unilateral - a otras naciones del G-20 (Lagarde ha estado en Davos defendiendo este área), que no habrá vehículos únicos establecido exclusivamente para el beneficio de la zona euro y, en el mismo sentido, los nuevos fondos no deben utilizarse como sustituto a la auto-financiación.
Al igual que condiciones también hay obstáculos- mayores y menores. Merkel ha demandado que la eurozona acuerde el pacto fiscal antes de acceder a la operación simultánea del EFSF y ESM. Su propio partido, el CDU, se opone firmemente a la propuesta debido al coste de EUR 211bln. La voluntad de contribuir de Osborne también podría reducirse si Merkel fuera incapaz de aumentar el firewall proporcionado por la estrategia de doble vía EFSF/EMS. Sin esa luz verde como premisa condicional, la participación del Reino Unido se desmorona.
Los euroescépticos de su partido añaden dificultades a Osborne, con sus protestas y requisitos de un mayor progreso de los miembros de la eurozona y señalando a Alemania como parte responsable también.
A pesar de que Osborne es parte contribuyente, es probable, como de costumbre, que sea Merkel quien decida.