Además, el emirato de la capital (Abu Dhabi), tiene petróleo. Pero cuando digo que tiene petróleo quiero decir que tiene muchísimo petróleo, nada menos que el 9% de todo el petróleo mundial. Un PIB per cápita sólo superado por Noruega y Luxemburgo. Los intereses económicos de Abu Dhabi en Dubái son enormes, y se me hace difícil imaginar que los EAU tiren por la borda todo su prestigio como país, por la falta de unos papelitos impresos que les canjean por barriles de petróleo que rellenan sin cesar.
Y es que, a pesar de que la borrachera inmobiliaria de Dubái es digna de compartir farra con la orgía del ladrillo española, dinero en otros emiratos lo hay y de sobras. Si algo tienen, además de religión, es dinero. ¿No deberíamos pensar que los EAU son efectivamente eso? Emiratos, porque los emires son lo que era Jesús Gil en Marbella pero con más clase; Árabes, porque a excepción de Dubái que es la ciudad sin ley, el resto tiene una ley muy visible, la islámica; y Unidos, aquí está la clave: Unidos debería significar (veremos como se suceden los acontecimientos) que los balances de los emiratos deberían consolidarse. Es decir, que es impensable un default de los EAU como Estado, e inverosímil un default parcial del Emirato dubaití, emparentado estrechamente con el resto y con ingentes intereses económicos de todos ellos (especialmente de la capital) en esa Las Vegas de Oriente Medio.
Quizá en su corta experiencia en el mundo de las finanzas internacionales, no han calibrado suficientemente lo que supone pedir un aplazamiento de la deuda. Los argentinos lo sabían muy bien, pero Dubái parece un nuevo rico con un peligroso juguete en sus manos: Deuda soberana que se ha colocado en todo el mundo. Quizá sea este susto un primer síntoma de lo que ocurre cuando la riqueza cambia de las manos tradicionales a nuevos Estados que han adquirido la capacidad de desbancar el Sistema, como dijimos ya hace año y medio: "...si estas nuevas fortunas de volúmenes jamás imaginados se han formado de una forma un tanto pasiva por parte de sus tenedores, sus objetivos futuros sin duda serán también distintos a los tradicionales..." Objetivos como un tira y afloja dinástico para crear un capricho ludico-inmobiliario cuya factura se discuten para ver quién la paga finalmente. Ese escenario es muy distinto al default argentino, irremediable y ruinoso. Y probablemente su final también lo sea.
Estas pataletas entre ricos y más ricos, es un síntoma de que la riqueza ya no está en manos de nuestra cultura occidental, como ha estado siempre históricamente hasta hace muy pocos años. Y la siguiente pregunta que lanzo al aire es: ¿Qué consecuencias puede tener este fenómeno? ¿La redistribución de la riqueza tradicional se verá modificada?
Continuará...