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¿Quién es el Robinhood de los pequeños inversores?

¿Quién es el Robinhood de los pequeños inversores?

Si les dijera que un día existió un gran héroe que le devolvió a millones de personas miles de millones de dólares y que de hecho lo seguirá haciendo incluso después de su muerte, me creerían? O pensarían que estamos hablando de una película de Hollywood o tal vez de una leyenda como Robinhood.

Bueno, pues no es un cuento. Esta persona existió y de hecho su legado seguirá existiendo por muchos años aunque existan falsos profetas e intereses protegidos que continuamente lo ataquen.

 El nombre de este héroe es John Bogle, o San Jack como muchos le dicen.

¿Pero cómo comenzó toda esta revolución que nos ha ahorrado tanto dinero y lo seguirá haciendo por muchos años más?

La verdad es que no fue fácil ni evidente al inicio y al igual que muchas de las innovaciones disruptivas que ha habido en la historia y que ponen en riesgo el estilo de vida de un grupo, aquí también hubo, parafraseando a Schopenhauer, risas y burlas al inicio, enfrentamiento y patadas de ahogado después… y aunque en general la mayoría está de acuerdo en que son evidentes las bondades de la gestión indexada, aún existen algunos que la siguen atacando.

Nada es fácil ni evidente al inicio

Aunque se podría decir que todo comenzó mucho antes, fue en 1951 en su tesis de la Universidad de Princeton que San John Bogle afirmó que los fondos de inversión no deberían de decir que son superiores a los índices del mercado.

Ese mismo año Bogle fue contratado por Walter Morgan, exalumno de Princeton y Fundador del Fondo Wellington, uno de los más antiguos Fondos y de los pocos que sobrevivieron a la Gran Depresión.

Este gran Fondo casi desaparece mientras Bogle era el CEO de Wellington Group en 1970. Era la época de los Go Go years donde los gestores luchaban para ver quién era el pistolero más rápido, y quien ahora llamamos San Jack, se vió seducido por la moda de esos años. 

Decidió traer gestores de esta “nueva era” para mejorar los retornos del Wellington Fund y abrir varios nuevos fondos especulativos bajo la marca Wellington. Al final todo fue un desastre. Para darnos una idea de la locura en la que Bogle se vió envuelto sepan que también abrió un Fondo llamado Techinvest para tomar ventaja del análisis técnico. Así es la vida, a veces nos arrastra por todo para que cuando lleguemos al lugar correcto podamos reconocerlo.

Con una caída del 40%, uno de los Fondos más respetados, confiables y antiguos cayó en desgracia bajo la vigilancia de nuestro ahora llamado San John Bogle.

Y así comienza la historia de una de las innovaciones más disruptivas en el mundo de la Bolsa y que ha cambiado para siempre y para bien la forma de invertir, y que como ya dije en un inicio nos ha ahorrado y seguirá ahorrando miles de millones de comisiones.

Primero se reirán de ti y se burlarán

Con todo lo anterior Bogle aprendió la lección y amplió la investigación que había comenzado en su tesis.

En 1976 y tras muchas dificultades, lanza el primer fondo indexado del S&P500, pero no fue ni un éxito en ventas ni tampoco dentro del medio. Apenas alcanzó 11 millones de activos bajo gestión al inicio. Lo tacharon de anti-americano, se burlaron de él porque decían que ningún inversorinversionista inteligente se conformaría con los retornos del índice.

Tuvieron que pasar 20 años para que los fondos indexados ganarán popularidad y muchos se dieran cuenta que realmente sí batían a la mayoría de fondos activos, principalmente por las altas comisiones y alta rotación de cartera de estos últimos.

A pesar de que muchos estudios y la práctica real han demostrado que una cartera indexada bien armada no sólo tiene buen desempeño en diferentes escenarios, sino que también es lo más recomendable para la mayoría de personas que solo quieren invertir sus ahorros y que no tienen tiempo para estar escogiendo de forma individual empresas, a pesar de todo esto, siguen habiendo voces en contra de esta filosofía y estrategia de inversión.

Esto es algo normal, siempre aparecen las patadas de ahogado de quienes ven cómo la disrupción amenaza sus ingresos, y más ahora con la creciente industria de los roboadvisors que automatizan y facilitan todo el proceso de creación y gestión de una cartera indexada.

Pasó cuando la margarina comenzó a competir contra la mantequilla, cuando la refrigeración amenazó la industria del hielo traído de los glaciares o cuando el tractor vino a reemplazar a los caballos.

Pero al igual que en aquellos años, hoy además de algunos ataques también existe mucha desinformación, verdades a medias y malentendidos. 

Entran a escena los ETFs

La historia no acaba aquí. Después del crash de 1987 la SEC encontró en un estudio que las coberturas con contratos de futuros ayudaron a amplificar la caída. Si los traders hubieran tenido un instrumento que replicase al índice sin apalancamiento y que además lo pudieran comprar y vender al instante, entonces es probable que el crash no hubiera sido tan duro.

En 1992 Nate Moss inspirado por esto visitó a Bogle para proponerle crear juntos el primer ETF que sería una forma más barata, eficiente y con mayores ventajas fiscales imperativas que los Fondos de Inversión. Bogle lo rechazó bajo el argumento de que la facilidad para comprarlos y venderlos incentivaría a los inversores a estar entrando y saliendo, y eso era algo a lo que él se oponía. 

Nate Moss se fue con State Street y crearon el SPY y el resto de SPDRS. Y de ahí han surgido varias generaciones de nuevos e innovadores ETFs hasta llegar hoy en día a la última generación que ya no son ETFs indexados sino de gestión activa.

La variedad hoy en día de los instrumentos indexados es enorme, y hay muchas formas de usarlos. Los hay para armar una cartera indexada diversificada con RV y RF y que sea lo más pasiva posible y en donde el número de decisiones sean las menos y la rotación de cartera sea lo más bajo. Esto para permanecer lo más apegado a las enseñanzas de San Bogle.

Pero también hay productos indexados con los cuales podemos armar estrategias tendenciales, de momentum y temáticas. Hay productos indexados para especular y hacer daytrading. Los hay para coberturas tácticas y seculares. O para quienes quieren enfocarse a rentas o incluso tener exposición a activos y estrategias alternativas que antes solo eran accesibles para grandes inversores.


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