Un trade de libro, dije yo hace tiempo. Se cumplía todo lo que necesitaba un buen trade para mí en esa época. El análisis técnico era simplemente de libro, las noticias soportaban la dirección que tomaba el mercado, estaba lleno de análisis fundamentales de “expertos reputados” situando el oro en precios récord al cabo de poco tiempo. Era un rara avis de la bolsa.
¿Qué podía salir mal?
En el artículo anterior hablé de los brutales retornos de algunas acciones al cabo de 12 años, tan brutales que te jubilas con un solo trade. Creí estar en uno de esos trades. Vamos, mejor que la lotería.
Si piensas en cómo puede ser el trade de tu vida creo que puedes imaginarte algo similar a lo que había en el oro en el verano de 2012.
Gráfico semanal (aprox. 10 años)
La tendencia era clara, había habido un retroceso que me permitía entrar de lleno en la tendencia. Genial, ¿no? Ya sabéis que dicen: La tendencia es tu amiga, no mees contra el viento y demás poesía.
En el gráfico diario (1 año) había formaciones con las que cualquier analista técnico sueña. Podéis ver lo que cualquier purista técnico llamaría una cuña (o triangulo) ascendente o lo que a mí me gusta llamar: “Los bajistas no tienen pelotas a entrar cortos”
Cada mínimo era superior al anterior junto con una caída constante de volumen (que no se ve en las imágenes) dejando claro que cada vez la gente compraba a un precio mayor previendo que esto se iba para arriba. Era tal el ansia del mercado que nadie esperaba acomprar cerca del soporte inferior. El mensaje era claro… COMPRAAAAAAAAAA!!!
Mi apuesta
Aposté por dejar escapar algunos pips y no comprar hasta tenerlo muy claro. Esperé a la rotura de los máximos para tener una confirmación clara de a dónde iba el oro después de la guerra que se había montado en la zona 1.550/1.600.
El 21 de Agosto se rompió la cuña, al alza, como era de esperar. Lo hizo de libro. Se pintó una vela alcista perfecta con un volumen de negociación que hacía semanas que no se veía. Yo todavía permanecía fuera con el corazón a mil. Quedaba poco. Mi objetivo estaba justo encima de la resistencia negra discontinua, el punto exacto donde terminó el primer embiste de los alcistas del oro (letra C en el gráfico).
*Gráfico del oro diario. C significa compra y P pullback.
Al día siguiente, 22 de Agosto, el mercado abrió con ligeras dudas frente a la resistencia que tenía delante, pero de repente decidió romperla con una fuerza y un carácter insólitos llevándose por delante mi orden de compra. Estaba dentro.
Mis objetivos eran claros. No iba a permitir ni un solo tick por debajo de los 1.605 puntos. Mi riesgo era de aproximadamente un 2%. Mi objetivo de venta era todavía más claro. Justo antes del triángulo de las bermudas del oro. Los 1790/1800, marcados con 2 líneas negras continuas.
Una zona donde el precio ya había fallado en dos ocasiones hacía pocos meses. Un precio solamente superado en momentos de euforia irracional del mercado y donde yo, no iba a meterme para nada del mundo.
Mi objetivo estaba a un 8%, sobre los 1780. Mi ratio rentabilidad riesgo era 4 a 1. Podía ganar 4 veces más de lo arriesgado teniendo todo lo que podía imaginar a favor. Por si fuera poco me puse apalancado 5 veces, aceptando que mi riesgo fuera un 10% de mí cuenta. Sí, a lo loco, pero pudiendo ganar un 40% en un solo trade.
Este trade me hizo ganar mucho más de lo que nunca pude imaginar. Y no, no es dinero.
Os ánimo a leer el próximo artículo para ver una de las lecciones más duras que me ha dado la bolsa.
