LA PITOPAUSIA
14-08-09
No sabemos quién inventó esta afortunada expresión, pero ya está incorporada al vocabulario común, creemos.
La pitopausia hace referencia a la andropausia, que es la menopausia masculina. Vamos a mirar nuestro académico diccionario, a ver si está. Vaya, puesta está. Estos académicos parece que espabilan un poco. Dice que es el climaterio masculino. Y qué leches es el climaterio? Pues es: Período de la vida que precede y sigue a la extinción de la función genital. Pues hemos pillado al infalible, muy docto y académico diccionario, en un renuncio, una imprecisión intolerable en un libro de semejante prestigio, ya que al definir menopausia dice: “Cesación natural de la menstruación”. Nos parece más acertada la definición de menopausia, o es que las mujeres y lo hombres en su climaterio ya no pueden hacer nada con sus genitales?
Señores académicos: tomen nota, porque la definición de climaterio es una mierda.
El momento de la menopausia está claro, que es cuando las mujeres dejan de tener la menstruación y ya no pueden tener hijos. Aunque eso era antes, porque ahora hay casos de mujeres de cincuenta y hasta de sesenta años que tienen hijos. Esto nos parece una barbaridad. Eso es violentar la naturaleza de una manera excesiva. Eso es egoísmo puro y duro y afán de exhibicionismo. Imagínense que esa madre ya tiene hijos y nietos. Cómo es posible que sus nietos sean mayores que su hijo tan tardío. Cómo le llamarán, tío, tía? Por favor. Estamos a favor de cualquier avance científico para mejorar nuestra vida, pero no para satisfacer cualquier capricho u ocurrencia que además afecta a un recién nacido. Quién va a cuidar al niño cuando la vieja loca esa estire la pata, como ya ha ocurrido en un caso en Inglaterra?
El momento de la pitopausia no está claro, porque los hombres afortunadamente, no tenemos la menstruación, aunque nos tenemos que afeitar todos los días. Si fuéramos mujeres, llevaríamos terriblemente lo de la regla. Por eso somos muy pacientes y comprensivos con las mujeres cuando sabemos que la tienen. Nos ponemos en su lugar, y creemos que nosotros, si la padeciéramos, no saldríamos de la cama. Le oímos decir a nuestra abuela materna que todas las molestias de la regla se quitan si se toma una copa de ginebra pura. Toma ya, y eso que era abstemia. Nos suena a trola.
Por lo visto, la pitopausia no significa que le pase algo a nuestro pito. Ya hemos hablado en una columna sobre esto, y eso de que los hombres maduros podemos follar menos o peor es una gran trola. Todo depende de la experiencia que tenga uno, que en esto del sexo es una ventaja definitiva. Vamos a cumplir cuarenta y siete años y encontramos nuestro pito igual que siempre. Como ahora nuestra vida sexual es nula, ya que nuestra mujer no se deja ni en broma, y ya somos unos maduros por fin maduros y no inmaduros y somos más o menos fieles (en la ataraxia, normalmente uno es fiel), no sabremos cómo nos respondería nuestro pito. Tampoco nos preocupa el asunto. Ya hemos follado, bebido y comido como para varias vidas. Es lo bueno de la ataraxia, que te conformas con lo que tienes.
La pitopausia está más referida a ciertos actos del hombre maduro, suponemos que conforme se acerca a cumplir los cincuenta. Para los hombres, y suponemos que para las mujeres, cumplir cuarenta no acojona tanto. Pero los cincuenta es otro asunto. Dicen que es cuando miras atrás, y valoras todo lo que has hecho en tu vida, porque por primera vez, ves tu final un poco más cerca. Por este motivo, lo hombres empezamos a hacer cosas raras: nos compramos una moto, cuando nunca hemos tenido una; o nos compramos un deportivo descapotable, cuando siempre nos ha parecido un coche propio, o bien de una puta de lujo, o bien de un nuevo rico o un macarra; nos dejamos el pelo largo cuando siempre lo hemos llevado corto; hacemos viajes exóticos, largos e incómodos, cuando nunca nos han gustado ese tipo de viajes; nos compramos ropa de colores chillones y dejamos nuestros zapatos clásicos para ponernos una mariconada de zapatos italianos o así; dejamos a nuestras maduras y madres de nuestros hijos, y nos largamos con la primera putilla que se nos sube al descapotable; hacemos, en fin, cosas que nunca antes habíamos hecho, ni siquiera de jóvenes.
Creemos que ésa es la verdadera pitopausia, es decir, cuando uno es todavía más gilipollas de lo que normalmente es. Pues qué bien.
Nosotros estamos tranquilos ante nuestra próxima e inevitable pitopausia. No pensamos hacer nada raro, ni vamos a dejar a nuestra madura por la primera jovencita que nos guiñe el ojo. Vamos a vestir como siempre, y si nos compramos un coche, que siempre hace ilusión, no será un deportivo descapotable. Desde luego no nos vamos a comprar una moto, aunque siempre nos ha gustado el rollo ese de ir en una Harley Davison. Nos conocemos, y seguro que nos pegaríamos unas buenas hostias con la moto. Y de viajes exóticos, una leche. Cuando uno todavía no conoce bien y del todo su país, o su continente, Europa, por qué cojones vamos a ir a Camboya, la India o sitios así. Qué manía con el exotismo. Ni siquiera iríamos a África, a ver leones, con lo que nos gustan. Para esos tenemos nuestros maravillosos documentales. Además, en esos sitios no sabes qué rayos comes, estás acojonado pensando que te vas a intoxicar o que te va a picar un bicho letal, y seguro que se come muy mal. Comer bien es tan importante como viajar. Nunca iríamos a un sitio por placer donde supiéramos que no se come bien.
Como cuando cumplamos cincuenta años esperamos seguir escribiendo estas columnas, ya les contaremos cómo nos ha ido con nuestra pitopausia.
No lo habíamos pensado. A lo mejor escribimos estas pitopáusicas columnas porque ya estamos en la pitopausia, se nos ha adelantado. Joder, qué susto. Nos vamos corriendo al baño a mirarnos bien el pito, a ver si está como siempre.