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Cuando en el verano pasado, se planteo una reforma de la constitución con alevosía y agosticidad, Rosa Diez se posicionó claramente de acuerdo a la realización de la convocatoria de un referéndum, afirmando que si no se convocaba era simplemente porque PP y PSOE tenían miedo a la democracia. ¡Y tenía razón!.

De hecho, acabó comentando:  "Las dictaduras son mucho más sencillas y previsibles, pero la democracia es lo que tiene, que si le preguntas a la gente, contesta, y si les deja votar, ya ni te cuento. Es peligroso que la gente vote, se manifieste y que tengamos un debate abierto, es peligroso que nos comportemos con respeto a la norma democrática".

Pues eso, añadiendo que en este caso lo que criticaba esta señora es que todo lo que menciona es peligroso para los partidos políticos, lo que contrasta es el abrupto cambio de parecer cuando cambian las circunstancias. El cambio ha sido tan espectacular que ahora mismo lo que ha hecho UPyD es proponer directamente que el convocar referéndums (fuera de la norma, se entiende), sea considerado delito.

¿Qué ha cambiado?. Pues sencillo; todo el ruido del referéndum anunciado para Cataluña a cuenta de la independencia, que choca frontalmente contra el ideario del partido. En definitiva, lo que ocurre ahora mismo es que “las dictaduras son mucho más sencillas y previsibles, pero la democracia es lo que tiene, que si le preguntas a la gente, contesta, y si les deja votar, ya ni te cuento. Es peligroso que la gente vote, se manifieste y que tengamos un debate abierto, es peligroso que nos comportemos con respeto a la norma democrática”.

En todo caso, parece un poco absurdo regular esto como delito, ya que por definición suele ser delito cualquier acción no deseable desde el punto de vista de la sociedad, (y no tengo tan claro que el hecho de convocar un referéndum lo sea; a menos que consideremos tan sólo delito el convocarlo cuando creamos que vamos a perder, lo cual es malo, pero sería un poco cachondeo adicional al que nos podemos permitir), y deseable desde ópticas individuales, (lo cual raramente se cumple tampoco en el campo político en el que unas veces unos, y otras veces otros, normalmente no compensa convocar) y siempre que se repitan (y en nuestra democracia no es que nos caractericemos precisamente por una consulta de referéndums). Es decir, robar es delito, porque todo el mundo entiende que en conjunto no nos interesa que existan robos, que a las personas en particular sí que les puede interesar robar y porque por desgracia existen.

Si lo miramos desde este punto de vista, el delito debería ser exactamente el contrario; es decir; no convocar el referéndum, que por cierto es lo que al final ocurre, donde se toman toda una serie de decisiones en contra de los intereses y de los deseos de la mayoría de los ciudadanos sin que a nadie se le ocurra preguntar a los ciudadanos. Salvo, y esto es lo realmente triste, cuando se trata de usar la amenaza de convocatoria, (que no la convocatoria) en términos de amenaza. 

Lo que debería ser delito es lo acontecido en Irlanda, donde perdido el referéndum sobre la constitución europea, (¿alguien se acuerda a estas alturas de todo aquello?), se volvió a repetir porque no gustó el resultado. Después de este referéndum, estamos en un absurdo con el tema del que ya deberíamos salir de una santa vez.

Una y otra vez se repite un escenario en el que determinado político, y evidentemente por razones tan poco legítimas como su propio interés, (Papandreu porque no podía soportar el coste de unas medidas que destrozan Grecia, y lo plantea para presionar a Europa; y Mas por las mismas razones, aunque planteado para distraer), amenazan con convocar un referéndum que se descarta desde todos lados por lo que decía Rosa Diez. La tontería es que Papandreu anuncie la convocatoria de un referéndum en el que todo el mundo sabe la respuesta y a sabiendas de que la decisión que iba a salir es la contraria a unas medidas que ha aprobado, (Si sabe esto, ¿para que las aprueba?) y la tontería de Más es que en el fondo, tengo la sensación de que directamente sabe que no lo va a haber y lo que es peor, que tampoco lo quiere.  Pero una vez anunciada la tontería, lo que tiene que hacer todo el mundo es callarse y respetar uno de los pocos mecanismos que tiene la sociedad.

Y a partir de ahí, puede que, como es el caso en Cataluña, ahora mismo nos tengamos que fastidiar, porque quizás el resultado no nos guste. Pero no nos queda otro remedio, porque en el momento en que confundamos preguntar con la respuesta esto ya no tendrá ningún sentido.

Por ejemplo; yo no soy partidario de la independencia de Cataluña, (habrá muchos que sí). Pero me revuelve el estomago cada vez que alguien habla de la irresponsabilidad de preguntar al pueblo catalán. Evidentemente estaremos en una situación peor, si Cataluña dice que se quiere ir, pero es lo básico de una democracia; ante los deseos de la sociedad: o convencer, (y no dando dinero para que no se pregunte), o aceptar, siempre y cuando esto, por lo menos, parezca una democracia.

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